La capital de España se caracteriza por tener en su haber algunos edificios verdaderamente singulares en su arquitectura. Este es sin duda el caso de las Torres Blancas de Madrid. Aquellos que viven en la capital o que han viajado a ella en algún momento, sin duda se habrán visto sorprendidos por este raro edificio.
Compuesto por una extravagante mezcla de miradores circulares, terrazas, jardines y escaleras, las Torres Blancas se sitúan en una de las zonas más transitadas de Madrid: la avenida de América. Construido entre 1964 y 1969 por el arquitecto Francisco Javier Sáenz de Oíza, pronto se convirtió en una de sus obras más singulares. Estas torres y la emblemática torre de BBVA en Madrid, fueron dos vivos ejemplos de la colaboración entre Oíza y la constructora Huarte. Se han en dos obras arquitectónicas muy influyentes en las construcciones en Madrid y han causado la admiración de la comunidad internacional de arquitectos con el paso de los años.
¿Por qué Torres Blancas?
El nombre del edificio está directamente relacionado con los materiales y la idea de levantar dos grandes torres revestidas de hormigón y polvo de mármol. Esta obra, además, es una síntesis espectacular del organicismo y del racionalismo que fueron capaces de marcar un hito arquitectónico en las construcciones de los 60.
La idea de este edifico es que su imagen orgánica y su elevada altura, dieran al conjunto la sensación ser una especie de árbol que va creciendo y creciendo. Es por este motivo que a lo largo de su fachada se van abriendo poco a poco terrazas y miradores de aspecto arbóreo. Gracias a su singularidad, las Torres Blancas ganaron en 1974 el Premio de la Excelencia Europea.
¿En qué se inspiró Oíza para dar vida a las Torres Blancas?
Sin duda este espectacular edificio de viviendas tiene mucho de Le Corbusier en su estructura. De hecho, Oíza se basó en él para recuperar la idea de viviendas en altura con jardines. Además, tuvo también en mente al mítico arquitecto Frank Lloyd Wright, basándose en la torre Price y su aspecto organicista.
Oíza supo dotar de carácter a su construcción y reinterpretar a la perfección ambas tendencias para dar vida a las Torres Blancas de Madrid.
Arquitectura de las Torres Blancas
La forma de las Torres Blancas es verdaderamente singular. Gracias a sus 71 metros de longitud ya la forma de copa de árbol de su parte más alta, la cual se abre en varias plataformas circulares mientras desciende el conjunto, se logró crear una fachada única que da la sensación de crecimiento. Como si un gran árbol hubiera aposentado sus raíces en la avenida de América. La idea de crecimiento destaca todavía más gracias a sus terrazas agrupadas como hojas en una rama.
El edifico consta de un sótano con parking, un vestíbulo y 23 plantas en cuyo interior se combinan las viviendas con las oficinas. En el vestíbulo destaca una espectacular escalera, llena de rendijas y huecos.
Las Torres Blancas se estructuran sobre una base de hormigón armado compuesta por grandes losas circulares sin pilares que dan lugar a balcones con celosías de madera.
Gracias a la forma circular del edificio, se favorece el movimiento y la rigidez de las losas de hormigón, dotando al conjunto de gran estabilidad y atractivo. Sin duda lo más particular de este edificio son sus terrazas semicirculares formadas por cilindros que se alternan con planos verticales. El núcleo social del edifico se encuentra en su parte más alta, la cual está rematada con 12 discos de 10 metros de diámetro.
Sin duda una muestra espectacular de arquitectura y diseño de la que cualquiera que viaje a Madrid puede disfrutar.